En el mercado o en las fruterías podemos observar un “pepino” alargado, de piel verde clara, más tierno, similar a una serpiente, pero…, ¿Qué es? Es el “alficoz”, “anficòs”, “alpicoz”, “cohombro”, “pepino serpiente”, “melón serpiente”, entre otros muchos nombres populares. Asombrosamente es un tipo de melón (Cucumis melo), y no de pepino (Cucumis sativus). Aunque ambos pertenecen a la misma familia, las Cucurbitáceas (1).
“Cucumis” procede del latín, cuyo significado es pepino, así como de la palabra griega “kykyon”, cuya definición es la misma. “Melo”, proviene del vocablo “melopepo”, del latín, es decir, melón con forma de manzana. “Alficoz” procede de “alfiqqús” del árabe, así como del arameo rabínico “pikkūsā”, referido al acto de quitar el rabillo al cohombro para consumirlo posteriormente (1, 5). Según la cultura popular, de esta forma se evita que el pepino amargue.
Es una planta muy antigua cultivada por primera vez en el siglo XIV al oeste de Asia, en Armenia concretamente, de ahí el nombre de pepino armenio, extendida posteriormente hacia el sur de Turquía, por el Mediterráneo oriental, hasta Egipto (6).
El botánico Antonio José Cavanilles en sus “Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del reino de Valencia” (1795-1797), escribió, “La agricultura en la localidad alicantina de Novelda, famosa en su tiempo por el cultivo del alficòs” (2).
Su nombre científico es Cucumis melo subespecie o variedad flexuosus Limné. Es una planta trepadora cultivada para el consumo de sus frutos, largos, curvados y esbeltos. La piel es estriada longitudinalmente o lisa. Tiene pequeñas flores amarillas con 5 pétalos. Los tallos son largos, cubiertos de hojas redondeadas, onduladas, rugosas, pubescentes (vellosas), poco profundas e irregularmente lobuladas, de hasta 6’’ (pulgadas) de ancho. Las flores dan paso al melón serpiente con una longitud de entre 6-9’ a 12’’ y de ancho 1’’, aunque pueden llegar hasta los 36’’ de largo al madurar (1).
La podemos encontrar en los mercados entre junio y septiembre. Su punto óptimo de recogida es cuando tienen de 2-4 cm de ancho y más de 80 cm de largo (2, 3).
En la Península Ibérica su cultivo era casi testimonial, al abandonarse progresivamente desde mediados del siglo XX. En España se cultiva en Alicante y zonas colindantes como Murcia. Aunque el material fotográfico es de Coín (Málaga), en Belalcázar (Córdoba) han conseguido cultivar exitosamente una variedad oriental del cohombro (3, 4).
Algunos estudios informan que el aceite de la semilla de C. melo var. flexuosus contiene ácidos grasos esenciales, incluidos el ácido linoleico y el linolénico. Los ácidos grasos esenciales tienen una correlación positiva con la actividad antioxidante, mientras que el linolénico juega un importante papel en la neuroprotección, con propiedades antiinflamatorias y preventivas de la capacidad neoplásica (formación anormal de células malignas o benignas). Por otra parte, otros autores informan que el aceite de semilla de C. melo var. flexuosus tiene una cantidad mediana de tocoferoles en comparación con otros aceites comunes, como el aceite de sésamo, aceite de cacahuete o girasol. Por tanto, los tocoferoles pueden ser importantes en la protección contra el estrés oxidativo (la oxidación celular) (7).
A diferencia del pepino, este fruto no amarga nunca, no repite y es más dulce, pero no tanto como el melón. Por su característica refrescante la mejor forma de consumirlo es crudo, sin pelar, en ensaladas aliñadas con aceite de oliva y sal, o en trocitos pequeños para acompañar al gazpacho, así como sustituto del pepino en cualquier receta típica con esta hortaliza. También se pueden hacer encurtidos agridulces o en salmuera. Aunque botánicamente es un melón, esta fruta se asemeja y sabe a pepino (1, 3).