Las collejas (Silene vulgaris)

Gorafe (Altiplano granadino)
Gorafe (Altiplano granadino)

Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), la palabra “colleja” significa tallo (“caulis”) y proviene de la palabra latina “cauliculus” (1). Sin embargo, su nombre científico es Silene vulgaris. El género Silene se atribuye al personaje griego Sileno, el cual se representa con el vientre hinchado semejante al cáliz de la flor de las collejas; aunque también se puede referir a saliva, moco o baba, por la viscosidad que presentan ciertas especies de este género (4). La especie, vulgaris, es originaria del latín, y significa “común” (6, 7).

Esta verdura recolectada por las personas rurales, recibe numerosos nombres populares, como farolillo, conejitos de campo, conillets, jarrabuey, campaninos, verdura, conejera, etc (2). La mayoría de estas denominaciones se atribuyen al sonido que hacen las flores al explotar su cáliz, parecido a disparos o a cascabeles (4).

En este país, la cita más antigua sobre esta especie es la que aparece en el libro “Historia de las plantas”, del botánico aragonés del siglo XVII Bernardo Cienfuegos. Junto a otras plantas comestibles, refiere lo siguiente de esta: “después de cocidas con agua y sal, las guisan como espinacas y satisfacen con harto gusto su hambre”. Posteriormente, Pardo Sastrón, menciona que la planta se come cocida, especialmente en años míseros. Aunque, posiblemente, su consumo sea de épocas ancestrales (3).

Esta planta arvense, es una de las más consumidas en nuestro país. La podemos recolectar en Andalucía, Aragón, Cantabria, Cataluña, Comunidad Valenciana, Islas Baleares, Castilla La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Islas Canarias, Madrid y Murcia (2). También es utilizada en otras partes europeas como Francia, Turquía, Austria o Italia (5).

Gorafe (Altiplano granadino)

Silene vulgaris pertenece a la familia Cariophilaceae (4). Es una planta perenne de 35-80 cm, glabra (sin pelos), con raíz gruesa. Sus tallos son erectos, fuertes blanquecinos o verdosos en la mitad inferior. Las hojas superiores son coriáceas y agudas, mientras que las inferiores son pecioladas o lanceoladas. La inflorescencia está formada por varias flores, con semillas tuberculadas. Se puede multiplicar sexualmente mediante polinizadores (himenópteros y lepidópteros), así como vegetativamente. Se trata de un género con mucha variabilidad poblacional, por lo tanto, presenta características morfológicas y fenológicas muy variadas, como las formas de las hojas o la fecha de la floración (7).

Se la ha considerado un “criptocultivo”, una especie vegetal consumida como verdura pero no domesticada y por crecer cerca o alrededor de cultivos sin dejar de ser planta silvestre. La podemos encontrar en bordes de caminos, cunetas de carreteras, terrenos alterados, cultivos marginales y herbazales, entre el trigo tierno, durante el periodo primaveral (5, 9, 10). No obstante, en algunas fruterías y supermercados ya las venden cultivadas.

Nutricionalmente se la suele comparar con las espinacas y las acelgas (5). En la siguiente tabla pueden ver los nutrientes correspondientes a S. vulgaris, S. oleracea y B. vulgaris (11).

Nutrientes S. oleracea, B. vulgaris y S. vulgaris (%)
Especies Humedad Cenizas Lípidos Fibra Poteínas Carbohidratos
Spinacia oleracea (espinaca) 89,4 1,3 0,5 2,3 3,1 3,6
Beta vulgaris (acelga) 86,4 0,5 0,2 2,8 2,7 4,1
Silene vulgaris (colleja) 86-88,5 0,2-0,4 0,6-0,8 2,6-3,1 3,6 2,9-3,9

Tabla de elaboración propia

Analizando los nutrientes de las tres especies podemos ver que el mayor contenido en humedad y cenizas lo presenta la S. oleracea, con 89.4% y 1.3%, respectivamente; mientras que distintas variedades de S. vulgaris son más elevadas en lípidos, fibra y proteínas, con 0.6-0.8%, 2.6-3.1% y 3-3.6%, respectivamente. Sin embargo, cuanto a carbohidratos, es la B. vulgaris la especie que contiene un valor más destacado con 4.1%. No así, las diferencias no son tan significativas entre especies (11).

Respecto al contenido en ácidos grasos en distintas variedades de S. vulgaris, el linolénico (omega 3), presenta un 51.2-56.9%, seguido del linoléico (omega 6), con 18.9-24.4%. Luego el palmítico con 10.6-15.1%. Respecto al erúcio y al oléico apenas existen diferencias significativas, con 2.1-5.5% y 2.1-2.7%, respectivamente. El último ácido graso analizado fue el esteárico, con 0.2-0.8% (11).

Estas plantas, además también pueden ser ricas en otros componentes, como los nitratos, los oxalatos, compuestos fenólicos y antioxidantes. Ahora bien, la cantidad que contengan depende de varios factores ambientales, como la luz, el agua o la temperatura, así como las características edafológicas. Por tanto, al someter estas plantas a hipoxia (escaso oxígeno), como ocurre en el cultivo de bandejas flotantes, activan una ruta alternativa de respiración, con lo que los nitratos y los fenoles pueden disminuir. Sin embargo los oxalatos y los antioxidantes se incrementan (12).

Gorafe (Altiplano granadino)

Es más, la exudación podría ser un mecanismo protector a la exposición de cromo en S. vulgaris, la cual favorece la reducción de este mineral y la quelación del mismo (13), impidiendo o reduciendo la cantidad de dicho mineral en nuestro organismo, el cual en exceso resulta perjudicial.

Al someter a hervido las collejas se incrementa la humedad, disminuyen las proteínas, grasa y minerales, mientras que la fibra se mantiene. Las pérdidas minerales suelen estar en torno a un 47-65%, siendo los que experimentan mayores pérdidas el sodio, el potasio, el magnesio y el zinc (entorno a un 50%); el calcio, el cobre el hierro y el manganeso los que menos. Comparativamente con otras verduras convencionales, la Silene vulgaris cocinada mantiene altos niveles de manganeso (unos 0.6mg/100gr) (14).

Gorafe (Altiplano granadino)

Algunos usos no alimentarios de esta planta, son los medicinales. Las hojas frescas o cocidas se las consideraba depurativas de la sangre. Las infusiones de las hojas y flores ayudaban a calmar al estómago después de vomitar; y el jugo de las hojas, se considera antiséptico, además de cicatrizante, utilizado para tratar las llagas, las quemaduras y las verrugas (4).

Ahora bien, ¿Cómo las podemos consumir? De las collejas se comen los brotes tiernos, las 4 o 5 primeras hojas, preparadas de múltiples formas, crudas en ensaladas o en empanadilla (Murcia) o cocidas en tortilla, revuelto con huevo, “esparragás”, en “sobrehusa”, en guisos o potajes de garbanzos, etc. Esta última receta es muy típica de la Cuaresma (4, 5, 10). También las raíces encurtidas en vinagre. A partir de abril, cuando la planta empieza a endurecerse, es amarga presentando mayor contenido en saponinas, un principio activo similar a los detergentes (4); no así, las hojas se pueden continuar utilizando. Os animamos a conocerlas, preguntando a personas recolectoras y no dejar que esta práctica etnobotánica caiga en desuso.

 

Bibliografía y webgrafía


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